Memorias perdidas: 12 de julio día del abogado.
- Guillermo Angel Diaz Bartolo
- 12 jul 2023
- 2 Min. de lectura
Entre mis memorias perdidas, hace poco encontré una que como amor no correspondido dolió infinitamente. Y aunque, el tema que se aborda no es el amor carnal, si lo es el que se puede llegar a sentir por una profesión. Esta memoria no es vieja, cuando la leí, las ideas plasmadas se vinieron de nuevo a la mente, como si mi cerebro las hubiera arrumbado en un rincón esperando un 12 de julio adecuado para salir a escena; y al releerlas se desempolvaron y refrescaron. Son memorias no publicadas, jamás compartidas, se quedaron en mi ordenador con la esperanza de que algún día fueran encontradas…
En cuatro párrafos breves expreso mi preocupación por la ya superada pandemia. Por aquellos días la ansiedad y la desesperación por saber cuándo terminara la ola de muertes no sólo era tema mío y de los abogados, sino de la mayoría de la población. Hoy las cosas son diferentes, la pandemia terminó, algunos colegas se fueron con ella, otros sufren los estragos en su salud. Son cuatro párrafos con tintes trágicos, pero con leve esperanza de salir avantes.
Un 12 de julio diferente.
Este es mi octavo festejo, tercero como abogado titulado. En estos ocho años de carrera he festejado a lo grande. Nunca ha faltado el colega, el amigo, el familiar que con motivo de esta fecha se acuerda de uno.
Cada 12 de julio es esperado con ansias… Este año será diferente; este año no habrá estrepitoso festejo. El covid golpeó y golpeó fuerte. Muchos abogados cerraron los códigos, colgaron el traje y apagaron la luz de su despacho con la incertidumbre de no saber si algún día se volvería a encender.
Aquellos colegas que tenemos la posibilidad festejar ¡Hagámoslo! Con precaución y con su respectiva “sana distancia”. Queremos volver a vernos en el ajetreo de los juzgados. Me es inevitable pensar en los que perdieron la vida; en los que sufren la enfermedad y aún no ganan la batalla. Estas líneas tienen un sabor a solidaridad.
Ya han pasado más de cuatro meses y no sabemos cuánto tiempo más dure esta situación. Continuemos animosos. La fórmula es ver la desgracia como una oportunidad. Aprovechar el encierro; leerán, cuestionen, critiquen, propongan; que el mundo jurídico no tiene fin. Siempre hay algo nuevo que aprender ¡Eso es lo extraordinario de nuestra carrera!
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